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sábado, 26 de marzo de 2011

LA HUMILDAD Y SU IMPORTANCIA

La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. El término proviene del vocablo latino humilĭtas.
Podría decirse que la humildad es la ausencia de soberbia. Es una característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más importantes o mejores que nadie pese a sus logros. Por ejemplo: “El campeón del último Grand Slam de la temporada mostró su humildad al pelotear durante más de dos horas con los niños que se habían acercado al estadio”, “La estrella de Hollywood hizo gala de su humildad al saludar a cada uno de los presentes”, “La humildad no es una característica propia de este cantante, quien siempre critica a sus pares”.
Las religiones suelen asociar la humildad al reconocimiento de la superioridad divina. Todos los seres humanos son iguales ante los ojos de Dios y deben actuar en consecuencia. Para el budismo, la humildad es la conciencia respecto al camino que se debe seguir para liberarse del sufrimiento.
Desde la filosofía, Immanuel Kant afirma que la humildad es la virtud central de la vida ya que brinda una perspectiva apropiada de la moral. Para Friedrich Nietzsche, en cambio, la humildad es una falsa de virtud que esconde las decepciones que una persona esconde en su interior.
Más allá de las diferencia de concepto, las personas suelen compartir su visión sobre la humildad como la característica que lleva a la gente a realizar una acción sin proclamar sus resultados. Esto quiere decir que, si un hombre juega bien al fútbol y es humilde, no debe presentarse ante los demás como el “mejor jugador” o “el jugador que siempre logra marcar la diferencia gracias a su talento”.

LA PRINCESA SIN PALACIO

Hubo una vez un reino en el que una antigua profecía hablaba de una princesa sin palacio. La profecía decía que una vez que aquella princesa encontrase su palacio, sería la reina más justa y sabia que hubiera existido nunca. Aquel reino tenía una familia real que vivió en su bello palacio durante generaciones, pero muchos años después, un gran terremoto destruyó el palacio real, y en la catástrofe fallecieron el rey y la reina, dejando solas a sus dos hijas, las princesas Nora y Sabina.
Tras la desgracia, Nora comprendió que ella, la hermana mayor, posiblemente fuera la reina de la que hablaba la profecía, y acompañada de la joven Sabina, dedicó todos sus esfuerzo a encontrar su nuevo palacio. En sus muchos viajes conocieron a un viejo sabio, quien les entregó una vieja llave que debería abrir las puertas del palacio.
No tengo ni idea de dónde estará el palacio- dijo el anciano-. Sólo se me ocurre que probéis la llave allá donde vayáis.
Y Nora se llevó a su hermana de viaje probando aquella llave en todos los palacios que conocía. Cuando ya no quedaron palacios, pensó que igual sería alguna casa importante, pero tampoco entre ellas la encontró. Desanimada, perdió la esperanza de encontrar su palacio. Y llevaban tanto tiempo viajando y buscando, que nadie las echaba de menos; tampoco tenían dinero ni joyas, y cuando llegaron a una humilde aldea, tuvieron que dedicarse a vivir y trabajar el campo con aquellas gentes pobres y alegres, que sin saber de su realeza, las acogieron como a dos pobres huérfanas.
Las hermanas vivieron algunos años en aquel lugar. Trabajaron mucho y supieron lo que eran el hambre y los problemas, pero todos las querían tanto que llegaron a sentirse muy felices, olvidando poco a poco su pasado real. Una noche, ordenando las cosas de Nora, Sabina encontró la antigua llave. Divertida, se la llevó a su hermana, quien nostálgica pensaba en el magnífico palacio que debía estar esperando en algún lugar.
Igual queda algún pequeño bosque donde haya un palacio que no conocemos- dijo Nora, con un puntito de esperanza.
Pues sabes lo que pienso -respondió la pequeña-. Que no necesito más para ser feliz. Estuvimos meses viajando solas de castillo en castillo para tener una vida de reinas, pero nunca he sido tan feliz como ahora, aunque no tengamos gran cosa. Si yo tuviera que elegir un palacio -continuó alegremente, mientras bailaba junto a la puerta- sería esta pequeña cabaña.- terminó divertida, al tiempo que con gesto solemne introducía la vieja llave en la puerta de la cabaña.
Al momento, la habitación se llenó de luces y música, y de la vieja puerta comenzó a surgir un maravilloso palacio lleno de vida y color, transformando aquel lugar por completo, llenándolo de fuentes, jardines y animales que hicieron las delicias de todos en la aldea.
Sólo la humilde puerta de la cabaña seguía siendo la misma, recordando así a todos cómo Sabina la Maravillosa, que así llamaron a su sabia reina, había encontrado en una vida humilde la puerta de la felicidad no sólo para ella, sino para todos los habitantes de aquel país.

HIMNO A LA HUMILDAD

CON QUE GUSTO VENIMOS CON GRAN DEBOCION 
A DECIRTE LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZON 
HOY ES DIA DE FIESTA HASTA EN EL MAS PEQUEÑO RINCON 
HOY SE MUERE EL RENCOR Y FLORESE EL PERDON VIRGENSITA 
MILAGROSA 
ERES TU LA ESTRELLA MAS HERMOSA DE LA CREACION VIRGEN MORENA REINA DE LA ESPERANZA 
HOY TE CANTAMOS EL HIMNO A LA HUMILDAD 
ERES LA TIERRA DONDE LA FE SEMBRAMOS 
Y COSECHAMOS SIEMPRE DE TU VONDAD